Dos poemas comentados de Joseph Brodsky

Joseph Brodsky

(Traducción y comentario de Ernesto Hernández Busto)

CARTAS A UN AMIGO ROMANO

(De Marcial)

I

Hace viento y el mar está agitado;
pronto ya será otoño, en torno todo cambia.
Ver mudar los colores, Póstumo, me emociona
más que ver a mi amiga cambiándose de ropa.

La muchacha entretiene, pero hasta cierto punto;
no vas a ir más allá del codo o la rodilla.
Mucho más disfrutable la belleza sin cuerpo:
¡en ella no hay abrazos, ni tampoco traiciones!

II

Aquí te mando, Póstumo, estos libros.
¿Qué tal la capital? ¿La cama es dura?
¿En qué se ocupa el césar? ¿Intrigando?
Son todo intrigas, seguramente, y gula.

Estoy en mi jardín, arde la antorcha.
Sin amantes, amigos ni sirvientes.
En lugar de los fuertes y débiles del mundo,
el zumbido armonioso de unos cuantos insectos.

III

Aquí yace un mercader de Asia. Era sensato
y muy trabajador, pero no dejó huella.
Murió rápido: unas fiebres. Por el comercio
fue que llegó hasta aquí, no para esto.

A su lado, un legionario bajo un cuarzo en bruto.
Glorificó al imperio en mil batallas.
¡Pudo morir mil veces! Pero murió de viejo.
Incluso aquí, Póstumo, no hay reglas.

IV

Es cierto, Póstumo, que las gallinas no son pájaros,
pero incluso en los sesos de un pollo caben penas.
Si te tocaba nacer en el Imperio
es mejor la provincia, remota y junto al mar.

Bien lejos del césar y de las celliscas.
No hace falta adular, correr ni apresurarse.
¿Que todos los procónsules son unos ladrones?
Preferible un ladrón antes que un chupasangre.

V

En esperar contigo, hetaira, hasta que escampe,
estoy de acuerdo, pero sin regateos:
reclamar un sestercio del cuerpo que te envuelve
sería como pedirle las tejas al tejado.

¿Tengo goteras, dices? Pero ¿dónde está el charco?
Ningún charco recuerdo haber dejado.
Ya verás cuando encuentres un marido:
él sí que mojará tu sobrecama.

VI

Ya hemos gastado más de media vida.
Me dijo un viejo esclavo cerca de la taberna:
“Si miramos atrás, no hay más que ruinas”.
Una mirada bárbara, sin duda, pero cierta.

Estuve en las montañas, traigo un mazo de flores,
necesito un jarrón en donde colocarlas…
¿Qué se sabe de Libia, o donde fuese, Póstumo,
la guerra del desierto? ¿Seguimos combatiendo?

VII

¿Te acuerdas de la hermana del procónsul, Póstumo?
¿Aquella delgadita pero con piernas gruesas?
Esa con que solías acostarte… Se hizo sacerdotisa
-¡sacerdotisa, Póstumo!-, y trata con los dioses.

Ven a verme, que beberemos vino,
con pan o con ciruelas, y me pondrás al día.
En el jardín haré que te tiendan un lecho,
y te diré los nombres de las constelaciones.

VIII

Muy pronto, Póstumo, este amigo tuyo que ama sumar,
habrá de sustraer su vieja deuda.
Agarra los ahorros que están bajo su almohada.
Hay poco, pero alcanza para cubrir su entierro.

Monta tu yegua negra y vete cabalgando
a la mansión de hetairas bajo nuestra muralla.
Y dales por su llanto el mismo precio
que recibieron cuando me querían.

IX

El verde del laurel, a punto de temblar.
La puerta bien abierta, la ventana con polvo.
Las sillas esparcidas, el lecho abandonado.
Y la tela que absorbe el sol del mediodía.

El Ponto que susurra tras el seto de pinos.
El barco de alguien lucha contra el viento del cabo.
Sobre un banco agrietado reposa Plinio el Viejo.
Y hay un mirlo que trina en lo alto del ciprés.

1972

Письма римскому другу

I

Нынче ветрено и волны с перехлестом.
Скоро осень, все изменится в округе.
Смена красок этих трогательней, Постум,
чем наряда перемена у подруги.

Дева тешит до известного предела —
дальше локтя не пойдешь или колена.
Сколь же радостней прекрасное вне тела:
ни объятья невозможны, ни измена!

II

Посылаю тебе, Постум, эти книги.
Что в столице? Мягко стелют? Спать не жестко?
Как там Цезарь? Чем он занят? Все интриги?
Все интриги, вероятно, да обжорство.

Я сижу в своем саду, горит светильник.
Ни подруги, ни прислуги, ни знакомых.
Вместо слабых мира этого и сильных —
лишь согласное гуденье насекомых.

III

Здесь лежит купец из Азии. Толковым
был купцом он — деловит, но незаметен.
Умер быстро — лихорадка. По торговым
он делам сюда приплыл, а не за этим.

Рядом с ним — легионер, под грубым кварцем.
Он в сражениях империю прославил.
Сколько раз могли убить! а умер старцем.
Даже здесь не существует, Постум, правил.

IV

Пусть и вправду, Постум, курица не птица,
но с куриными мозгами хватишь горя.
Если выпало в Империи родиться,
лучше жить в глухой провинции у моря.

И от Цезаря далеко, и от вьюги.
Лебезить не нужно, трусить, торопиться.
Говоришь, что все наместники — ворюги?
Но ворюга мне милей, чем кровопийца.

V

Этот ливень переждать с тобой, гетера,
я согласен, но давай-ка без торговли:
брать сестерций с покрывающего тела —
все равно что дранку требовать от кровли.

Протекаю, говоришь? Но где же лужа?
Чтобы лужу оставлял я — не бывало.
Вот найдешь себе какого-нибудь мужа,
он и будет протекать на покрывало.

VI

Вот и прожили мы больше половины.
Как сказал мне старый раб перед таверной:
“Мы, оглядываясь, видим лишь руины”.
Взгляд, конечно, очень варварский, но верный.

Был в горах. Сейчас вожусь с большим букетом.
Разыщу большой кувшин, воды налью им…
Как там в Ливии, мой Постум, — или где там?
Неужели до сих пор еще воюем?

VII

Помнишь, Постум, у наместника сестрица?
Худощавая, но с полными ногами.
Ты с ней спал еще… Недавно стала жрица.
Жрица, Постум, и общается с богами.

Приезжай, попьем вина, закусим хлебом.
Или сливами. Расскажешь мне известья.
Постелю тебе в саду под чистым небом
и скажу, как называются созвездья.

VIII

Скоро, Постум, друг твой, любящий сложенье,
долг свой давний вычитанию заплатит.
Забери из-под подушки сбереженья,
там немного, но на похороны хватит.

Поезжай на вороной своей кобыле
в дом гетер под городскую нашу стену.
Дай им цену, за которую любили,
чтоб за ту же и оплакивали цену.

IX

Зелень лавра, доходящая до дрожи.
Дверь распахнутая, пыльное оконце,
стул покинутый, оставленное ложе.
Ткань, впитавшая полуденное солнце.

Понт шумит за черной изгородью пиний.
Чье-то судно с ветром борется у мыса.
На рассохшейся скамейке — Старший Плиний.
Дрозд щебечет в шевелюре кипариса.

Comentario

Image may contain: 1 person, eyeglasses and closeup

Todavía hoy, una legión de Kinbotes discute quién es el Marcial que aparece en el subtítulo (Из Марсиала, de Marcial) de este gran poema de Brodsky. Es de 1972, annus mirabilis de su poesía, y está dividido en varios fragmentos en forma de epístolas, género que Brodsky cultivó bastante en sus primeros poemas.
Como en el modelo ovidiano, un exiliado en provincia dialoga con su amigo, que se ha quedado en la capital del Imperio. Puede ser, obviamente, el Marcial que escribió los célebres epigramas, muy posterior a Ovidio, que también tenía un amigo llamado Póstumo, al que interpela en varios poemas.

Otros críticos, por una referencia a la guerra de Libia incluida en el fragmento VI, creen que puede tratarse, en cambio, de un general, Postumo Marco Cassiano Latino, citado en las Historias de Tito Livio, y en los Discursos sobre la primera década de Tito Livio, de Maquiavelo: un centurión del prefecto Macrino, supuestamente involucrado en una conjura. (Ojo, porque en 1972 es también cuando Brodsky le escribe a Brezhnev su famosa carta abierta de despedida, fechada el 4 de junio, poco antes de salir obligado de la Unión Soviética).
También en Tito Livio hay otro Póstumo: Agrippa Postumo, que Brodsky, cuya cultura clásica era notable, menciona en un poema de 1963.

El hecho de que por la misma época en que escribió estos versos el poeta ruso haya estado traduciendo a Cavafis da pie también a una hipótesis de intertextualidad: el viejo esclavo entre ruinas mencionado en uno de los fragmentos -que muchos críticos se cansaron de buscar en Marcial- saldría, justamente, de un poema de Kavafis.

Y está, por supuesto, el Póstumo de uno de los cármenes de Horacio, la Oda 14 del libro II (“Eheu fugaces, Postume, Postume,/ labuntur anni“)[1], mucho más famoso, y de quien yo creo -a contracorriente-, que la poesía de Brodsky está más cerca que de la de Ovidio, donde habría encontrado, sobre todo, un modelo biográfico y motivos generales, además de las tramas de Las metamorfosis.

Lev Losev hace notar que el poema de Horacio termina, igual que el de Brodsky, con un ciprés, motivo mortuorio.

Nada de esto, por supuesto, es importante. El Marcial y el Póstumo de este poema son sólo máscaras: son, al mismo tiempo, todos esos modelos y ninguno de ellos.

DESARROLLANDO A PLATÓN

I
Quisiera, Fortunato, vivir en la ciudad
donde el río sobresale del puente como mano
de una manga y acaba por ir a dar al golfo,
extendiendo los dedos, como Chopin, que nunca
le enseñó a nadie el puño.

Y que hubiese una Ópera donde un viejo tenor
cantase cada noche como se debe el aria
de Mario, y que el Tirano aplaudiese en su palco
y yo, desde platea, apretando los dientes,
murmurase: “¡Cabrón!”.

Esa ciudad tendría club naútico y de fútbol.
Y por la ausencia de humo sobre las chimeneas
sabría que es domingo, y así me dejaría
sacudir un buen rato dentro del autobús
mientras estrujo un rublo.

Mi voz se sumaría al aullido de miles
allí donde la pierna prosigue el movimiento
que inició la cabeza. Pues de todas las leyes
que dictó Hammurabi las dos más importantes
son el penal y el córner.

II

Y habría Biblioteca, y en sus salas vacías
hojearía volúmenes llenos de tantas comas
como malas palabras tiene el habla vulgar,
que aún no ha conseguido irrumpir en la prosa,
y menos en el verso.

También una Estación con heridas de guerra
y fachada más plena que su mundo exterior.
Y se despertaría, al ver una palmera
verde tras la vitrina de alguna línea aérea,
el mono que hay en mí.

Y cuando fuese invierno, Fortunato, y el barrio
se envolviera en sus gasas, me pasearía, aburrido,
por una Galería en donde cada tela
–los Ingres, los David– sería como una vieja
marca de nacimiento.

En los anocheceres, detrás de mi ventana,
vigilaría el rebaño de los coches furiosos
que van de un lado a otro ante esbeltas columnas
con dóricos peinados, ese dócil y blanco
frontón del Tribunal.

III

Habría ese café donde hacen una crema
muy buena y cuando yo preguntase por qué
se necesita el XX si ya está el XIX,
vería la mirada del colega un buen rato
posada en los cubiertos.

Debe estar esa calle, con doble fila de árboles,
y en el pórtico el torso de una ninfa en su nicho
y demás tonterías. En la sala, un retrato
para darte una idea del aspecto que tuvo
la anfitriona de joven.

Escucharía una voz hablando, sosegada,
de temas que no tienen que ver con una cena
a la luz de las velas. Y el fuego, Fortunato,
del hogar lanzaría unos reflejos púrpura
sobre el vestido verde,

languideciendo, al fin. El tiempo, esa corriente,
tan diferente al agua, que fluye horizontal
desde el martes al miércoles, en esa oscuridad
podría dedicarse a alisar las arrugas
borrando el propio rastro.

IV

Habría monumentos. Y me sabría los nombres
no sólo de jinetes de bronce que metieron
sus pies en los estribos de la historia; también
de las cabalgaduras que dejaron sus huellas
en esta población.

Y con un cigarrillo enganchado del labio,
pasada medianoche, volviendo a casa a pie,
como un gitano mira la palma de una mano,
descifraría en las grietas del asfalto, entre hipidos,
su destino en voz alta.

Y cuando me arrestasen por cargos de espionaje,
labores subversivas, vagabundeo y ménage
à-trois
, y la multitud en torno me gritase,
hurgándome, furiosa, con sus índices rígidos:
“¡Ese no es de los nuestros!”,

me alegraría en secreto y me diría en voz baja:
“Es tu oportunidad para ver desde adentro
lo que hace tanto tiempo que observas desde fuera;
toma nota de todos esos detalles mientras
gritas ‘Vive la Patrie!’.”

1976

Развивая Платона

I

Я хотел бы жить, Фортунатус, в городе, где река
высовывалась бы из-под моста, как из рукава — рука,
и чтоб она впадала в залив, растопырив пальцы,
как Шопен, никому не показывавший кулака.

Чтобы там была Опера, и чтоб в ней ветеран-
тенор исправно пел арию Марио по вечерам;
чтоб Тиран ему аплодировал в ложе, а я в партере
бормотал бы, сжав зубы от ненависти: “баран”.

В этом городе был бы яхт-клуб и футбольный клуб.
По отсутствию дыма из кирпичных фабричных труб
я узнавал бы о наступлении воскресенья
и долго бы трясся в автобусе, мучая в жмене руб.

Я бы вплетал свой голос в общий звериный вой
там, где нога продолжает начатое головой.
Изо всех законов, изданных Хаммурапи,
самые главные — пенальти и угловой.

II

Там была бы Библиотека, и в залах ее пустых
я листал бы тома с таким же количеством запятых,
как количество скверных слов в ежедневной речи,
не прорвавшихся в прозу, ни, тем более, в стих.

Там стоял бы большой Вокзал, пострадавший в войне,
с фасадом, куда занятней, чем мир вовне.
Там при виде зеленой пальмы в витрине авиалиний
просыпалась бы обезьяна, дремлющая во мне.

И когда зима, Фортунатус, облекает квартал в рядно,
я б скучал в Галерее, где каждое полотно
— особливо Энгра или Давида —
как родимое выглядело бы пятно.

В сумерках я следил бы в окне стада
мычащих автомобилей, снующих туда-сюда
мимо стройных нагих колонн с дорическою прической,
безмятежно белеющих на фронтоне Суда.

III

Там была бы эта кофейня с недурным бланманже,
где, сказав, что зачем нам двадцатый век, если есть уже
девятнадцатый век, я бы видел, как взор коллеги
надолго сосредотачивается на вилке или ноже.

Там должна быть та улица с деревьями в два ряда,
подъезд с торсом нимфы в нише и прочая ерунда;
и портрет висел бы в гостиной, давая вам представленье
о том, как хозяйка выглядела, будучи молода.

Я внимал бы ровному голосу, повествующему о вещах,
не имеющих отношенья к ужину при свечах,
и огонь в камельке, Фортунатус, бросал бы багровый отблеск
на зеленое платье. Но под конец зачах.

Время, текущее в отличие от воды
горизонтально от вторника до среды,
в темноте там разглаживало бы морщины
и стирало бы собственные следы.

IV

И там были бы памятники. Я бы знал имена
не только бронзовых всадников, всунувших в стремена
истории свою ногу, но и ихних четвероногих,
учитывая отпечаток, оставленный ими на

населении города. И с присохшей к губе
сигаретою сильно заполночь возвращаясь пешком к себе,
как цыган по ладони, по трещинам на асфальте
я гадал бы, икая, вслух о его судьбе.

И когда бы меня схватили в итоге за шпионаж,
подрывную активность, бродяжничество, менаж-
а-труа, и толпа бы, беснуясь вокруг, кричала,
тыча в меня натруженными указательными: “Не наш!” —

я бы втайне был счастлив, шепча про себя:
“Смотри, это твой шанс узнать, как выглядит изнутри
то, на что ты так долго глядел снаружи;
запоминай же подробности, восклицая “Vive la Patrie!”

Comentario

I

En ruso son cuartetas de versos largos, rimados AABA. En español sería imposible mantener esa forma. La solución que se me ocurrió fue convertir cada estrofa en una cuarteta y media (el ruso, ya se sabe, es mucho más sintético que el español), sin rima pero combinando alejandrinos y heptasílabos, para mantener cierta uniformidad.

El poeta le habla al Santo Patrón de su gremio, Venancio Fortunato, obispo y célebre autor de himnos, de su nostalgia irredenta por Píter, esa Leningrado donde, en efecto, los ríos sobresalen graciosamente por debajo de los puentes (a veces congelados) como pálidas manos que brotan de un abrigo.

El delta del río aludido, que es obviamente el Neva, visto en el mapa tiene también la forma de una mano, la de ese pianista sentado que sería todo el Mar Báltico. El golfo de Finlandia como una mano estirada al límite, igual que aquellos pálidos y virtuosos dedos del gran Chopin, cuya extensión inusual le permitía, dicen, usar todo el teclado. Esas manos que el delicado pianista nunca convirtió en puño para amenazar a alguien.

No photo description available.

“Mario” es, por supuesto, Mario Cavaradossi, personaje de la ópera preferida de Brodsky (Evgueni Rein dixit), la Tosca de Verdi; su aria puede ser E lucevan le stelle…, y el Tirano sin nombre es una alusión a un pasaje del libro VIII de La República de Platón donde se explican las formas de organización del Estado, y la degeneración de la democracia en tiranía.

Losev hace notar el significado de los nombres de estos interlocutores con los que dialoga Brodsky: Póstumo es el que viene después de la muerte; mientras que el Fortunato de Desarrollando a Platón, es el dichoso, el afortunado que no padece los males que aquejan al poeta.

En el título del poema hay un sesgo irónico: como se sabe, en el Libro X de La Republica Platón explica su condena de la poesía basada en la imitación, niega a los poetas el conocimiento teórico y, al hacerlo, también niega a sus obras valor metafísico. Desde el punto de vista de la reproducción artística basada en modelos previos, Brodsky, por lo tanto, “desarrolla a Platón”, continúa su pensamiento. Pero en contraste con el filósofo griego, también defiende la motivación metafísica del arte, atribuyendo al poeta una función más alta que la correspondiente al filósofo: el poeta, como hombre armonioso, capaz de elegir la vida correcta, y oponerse, con relativo éxito, a la barbarie.

Esa barbarie es siempre lo colectivo, el Imperio, la multiplicación de los rostros, el aullido de muchos. Quizás haya que haber visitado Leningrado en la época soviética para saber que el campo de fútbol, al que se llega en autobús tras cruzar una zona fabril (“fábrica de ladrillos”, precisa el original) está en la periferia de la ciudad, en la Isla de las Cruces (Krestovski Ostrov), justo en su límite, casi asomado al Golfo de Finlandia. Y el grito aludido al que se suma el poeta es el de los fanáticos del fútbol, un deporte que Brodsky define como “el pie que sigue el movimiento que empezó la cabeza” antes de citar las Leyes de Hammurabi, uno de los primeros esfuerzos por clasificar los estamentos de una sociedad (esclavos, libertos y hombres libres).

Image may contain: outdoor

II

De la misma manera que los cubanos decimos que Matanzas es “la Atenas de Cuba”, San Petersburgo ha sido siempre la “Atenas de Rusia”. A esa ciudad, a ese ideal arquitectónico clásico, regresa Brodsky, con nostalgia pero también con ironía, en este gran poema de 1976.

La segunda estrofa de Desarrollando a Platón es todo un mapa de lugares clave: aparece la Biblioteca Nacional Rusa de la Avenida Nevski, a la altura de la plaza Ostrovski; la Moskovskii Bokzal (la estación de trenes de Moscú), la galería de retratos del Hermitage y, por supuesto, la imagen final: el Tribunal o Corte regional de Leningrado, con sus columnas dóricas, donde en 1964 se desarrolló el proceso contra el poeta.

Uno de los versos de esa estrofa dice, literalmente, la “fachada [de la estación] más interesante que el mundo exterior”. Podría ser por la calidad arquitectónica de la pieza o por un mural religioso que había en esa misma plaza, la Znamienskaya Plochad, en una iglesia, dedicado a la entrada de Jesús a Jerusalén. En cualquier caso, de lo que Brodsky quiere hablarnos es del predominio de la estética o de la imitación sobre la realidad gris que la rodea: la civilización contra la barbarie.

Toda la arquitectura clásica de San Petersburgo, abundantemente citada en el poema, implica e impone claridad y sobriedad formal. Su periferia es, justamente, el inicio de otro mundo.

III

La cafetería del primer verso, dicen algunos comentaristas, es la de Nevski Prospekt, en la esquina con Malaia konjushennaia, frecuentada por jóvenes intelectuales en los años 60.

Los motivos clásicos, ese torso al que Brodsky dedicó uno de sus primeros poemas, acaban transformándose en el vestido verde de la mujer arquetípica (¿la Beatriz de Dante?).

Se habla aquí de tiempo y de espacio, del sinsentido de una metáfora tan vieja como Heráclito (el agua y el tiempo tienen movimientos opuestos: una cae de arriba hacia abajo, obedeciendo la ley de gravedad; el otro sigue el eje horizontal de la flecha.

Y en ese cruce de espacio-tiempo, el poeta reinventa la lengua, una tarea para la que se requiere de grandes espacios, amplias extensiones. Esos vastos horizontes son la geografía de la memoria, que evita la vejez porque borra las arrugas; regala una distancia que borra las huellas de la devastación provocadas por el tiempo.

Image may contain: cloud, sky and outdoor

IV

Vista desde una perspectiva puramente espacial, la Historia acaba siendo una multitud de estatuas. Petrogrado-San Petersburgo-Leningrado está llena de ellas. Abundan, sobre todo, las estatuas ecuestres. Las de Pedro I, el fundador, que nunca se separaba de su caballo, como recuerda Pushkin en su drama El jinete de bronce, una presencia constante en estos versos de Brodsky. Y también las que esculpió el barón Peter Clodt von Jürgensburg (1805-1867), que pueden verse hoy sobre el puente Anichkov. La leyenda cuenta que un miembro del séquito de Nicolás I regaló al emperador un jinete de madera cuyo rostro guardaba un parecido asombroso con el emperador. Este preguntó por el tallista, lo elogió y le hizo luego numerosos encargos, que acabaron en los caballos de bronce que decoran el puente. Al verlos, el zar bromeó: “Clodt, haces los caballos mejor que si fueras un potro”. Sus esculturas han inspirado numerosas leyendas locales. Dicen que entre las patas de uno de los caballos del puente Anichkov se puede distinguir el rostro de una persona. Sobre su identidad hay diversas opiniones. Unos creen que se trata de Napoleón, otros están convencidos de que se trata del emperador Nicolás; unos terceros opinan que se trata el rostro de uno de los amantes de la mujer de Clodt: dulce venganza del escultor.

El mito ecuestre de San Petersburgo está destinado a recordarnos que los “cuadrúpedos”, la bestia que somos todos, también forman parte de la población de la ciudad.

La habilidad del poeta radica en escuchar y comprender los sonidos que impregnan ese espacio, tanto de las personas como de los objetos aparentemente inanimados. A la hora de descifrar el destino de la ciudad, las líneas en la palma de una mano se convierten en grietas en el asfalto, el objeto se antropomorfiza y lo humano se reifica. No hay barreras en el flujo constante de la metamorfosis, donde todo puede ser con razón otra cosa sin traicionar su propia sustancia.

Para Platón, la Ciudad era también la República. En el poema de Brodsky esta ciudad-ideal se materializa, irónicamente, en un paisaje con poeta, asediado por la pesadilla de la historia. El profético protagonista del poema, con su eterno cigarrillo colgado del labio, como muestran a Brodsky tantas fotos de la época, termina camino de la prisión que ha visto desde fuera tantas veces, gritando como un héroe romántico entre una multitud ajena una consigna revolucionaria en francés, final también irónico para la víctima de una patria perdida.

[1] Cito mi versión incluida en Miel y hiel. 44 versiones latinas, Editorial Casa Vacía, Richmond, 2017:

II, XIV

Ah, qué fugaces, Póstumo, mi Póstumo,
se escurren los años;
no por ser más devotos
habrá menos arrugas:
llega igual la vejez
y la indómita muerte.

No nos sirve de nada
inmolar cada día
trescientos toros fuertes
al dios que guarda monstruos
en sus aguas oscuras:
todos las surcaremos,
campesinos o reyes
de la tierra nutridos.

En vano crees que escapas
de Marte, dios sangriento,
de las olas rugientes,
del viento del otoño…

Igual visitaremos
el río más oscuro
del país de los muertos,
donde Sísifo mora
en un tormento eterno.

Dejaremos la tierra,
y la casa, y la esposa;
del jardín que cuidaste
como efímero dueño
apenas los cipreses
te seguirán, odiosos.

Y un sucesor más digno
se beberá tu vino,
el mismo que dejaste
guardado con cien llaves
teñirá el pavimento
en banquetes de lujo.

Leave a Reply

Fill in your details below or click an icon to log in:

WordPress.com Logo

You are commenting using your WordPress.com account. Log Out /  Change )

Twitter picture

You are commenting using your Twitter account. Log Out /  Change )

Facebook photo

You are commenting using your Facebook account. Log Out /  Change )

Connecting to %s