Olympia B. González
Loyola University

Las Ediciones La Mirada, de Las Cruces, New Mexico, publicó en 2017, bajo el título de Orbes (1959-2016), una amplia compilación de poemas de Mercedes Cortázar (La Habana, 1940), quien se estrena en la poesía cubana como parte de las Ediciones El Puente con El largo canto en 1961, pero desde 1965 no había vuelto a publicar un poemario de su autoría. Poemas en su mayoría inéditos hasta ahora, y otros que habían aparecido en publicaciones periódicas desperdigadas por el mundo, conforman los cinco libros (a saber, Tierra / Agua / Fuego, Orbe Terrestre, La Afrodita de Cnido, Razón de Eros y Naturaleza en el espejo) incluidos en este volumen editado por Jesús J. Barquet, quien se encargó de rescatar varios textos, así como de revisar y corregir con la autora las versiones existentes, según lo explica Barquet en su «Nota sobre esta edición» incluida en el volumen.

Esta edición de Orbes (1959-2016) cuenta, además, con una nota de la poeta sobre la escritura de estos poemas y su poética, un prólogo de Alberto Abreu Arcia, una carta de Julio Cortázar a la autora, los comentarios de Gastón Baquero y Servando Sacaluga sobre su poesía, y una nota bibliográfica que da cuenta de los poemas previamente publicados y de las variaciones o errores que dichas publicaciones presentaban. La cubierta y la portadilla interior de cada libro fueron diseñadas por Andrée Conrad, quien siguió muy de cerca los contenidos poéticos del volumen, según lo explica ella misma en su «Nota sobre las ilustraciones interiores».

En Orbes (1959-2016) se nos entrega el producto destilado de más de cincuenta y cinco años de vivencias, momentos depurados por el filtro de una sensibilidad inspirada en la visión de los clásicos. Aquí, el terror hacia los poderes desconocidos que nos amenazan corresponde a la percepción del caos, energía destructiva contra la que persistimos en rebelarnos. Entonces, el vacío se erige como una interrogante que requiere una revelación en la poesía.

Como los poetas clásicos griegos, Cortázar nos demuestra una vez más que lo vital de la poesía no es entretener ni expresar emociones desperdigadas en el tiempo, sino afirmar la incompresible maravilla del estar en un lugar o en muchos lugares, y vivir, a pesar del destierro y el aislamiento y gracias a los momentos únicos que llamamos ‘amor’ y ‘belleza’. El vacío y la noción de lo bello se enfrentan aquí tal como la razón platónica contestaba al flujo incansable de los presocráticos. Así ocurre en el poema «En el centro del vacío», de Naturaleza en el espejo. La voz poética ordena una experiencia para cuestionar la división entre el yo y el mundo:

En el centro del vacío
simulando ser una planta acuática
en medio del lago
el goce del instante se coagula
y nos cubre como una herida insidiosa
que no disimula sus bordes
¿Por qué sostener?
Sólo
dejar
deslizarse
flotar
en este lago azul
en el centro de las cuatro hojas del loto que gira
cuando toda palabra y su contrario
carecen de sentido
y una síntesis de ambas estaría de más (160)

El poema se enfoca en el instante en que una percepción pasa a tener sentido sin todavía haberse disfrazado de palabra. ¿Cómo se progresa de una percepción a la estructura de un lenguaje? Así nos plantea la pregunta que sigue: «¿quién puede reunir dos cosas realmente?» (160) ¿Qué es eso que llamamos ‘yo’ que surge del vacío para negarlo, el mismo vacío representado por la destrucción que llamamos ‘historia’ y que nos define? El libro persigue esas cuestiones para responder a nuestra inquietud.

La redención que nos propone Cortázar nos obliga a regresar a las cosas mismas, a la magnitud diminuta del momento. Como hicieron los poetas de nuestro barroco, se nos invita a descubrir otra realidad, la de la naturaleza creativa. Así ocurre en el poema VIII («El cosmos en la naranja») de Orbe Terrestre, un eco del concepto renacentista de la repetición de la estructura cósmica en las formas diminutas. El poema describe una naranja que cuelga de la rama del árbol, imagen de nuestra propia vida, con su promesa de gusto y placer ofrecidos por la luminosidad de la pequeña esfera:

El sol atraviesa sus pequeños poros
rodeados de puntillos que se regocijan
que destilan la luz como miel celeste
La fruta se exalta con sus semillas
y su cargazón de jugo
de líquido dulzón
moroso
que corre con dudas
a causa de su espesor (p 56)

Nos imaginamos la esfera de color intenso, mezcla de sangre y oro, y su promesa de deleite, tal como percibimos el placer de su gusto. Sin embargo, esa perfección lleva en su interior una fuerza transformativa que traerá su destrucción inevitable y entonces surge la pregunta del efecto contrario: «¿Cómo avisar al fruto de su destino / del momento en que se precipitará del árbol / y caerá con triste estruendo / regando sus semillas / y su jugo pútrido / sobre la tierra?» (58). En la naranja se expande el proceso de la vida y la muerte, de la belleza y el horror del golpe final.

Los libros La Afrodita de Cnido y Razón de Eros exploran el amor como experiencia sensual que intensifica la carencia del ser y nos abre acceso a emociones profundas que amenazan con la destrucción, mientras el deseo sostiene un estado de calma en la tormenta: «Te me diluyes en la sed que desatas», dice la voz de «Inasible manjar» (116). En «Envuelto», el dolor provocado al contemplar el cuerpo femenino recupera la conocida imagen del flechazo y la refresca y renueva: «Tu belleza golpea / el corazón / de viva muerte / Los labios enmudecen / y el alma se repliega» (91). Hay un estremecimiento que bordea lo místico, y se describe la sexualidad femenina como una flor envuelta, protegida y escondida. Afrodita se mira reflejada en el espejo de las aguas, en la superficie de los mármoles y, como en un antiguo ritual, la diosa se manifiesta a su adoradora: «A lo lejos, titilando / en la atmósfera febril / del mediodía / una figura blanca / se dibuja / y avanza hacia mí” (93). La melancolía se funde con el atardecer, la hora de Venus: «Porque me das al atardecer / una tristeza mansa y callada / como resonancia de puertas que se cierran» (107). En el éxtasis de entrega a la diosa se alcanza una quietud temporal, inestable, con el abandono esperando al otro lado de la pared y la promesa del momento infinito: «Es preferible morir / en el instante del abrazo / cuando el sueño / aún canta / cual sirena» (128). Al contrario de Ulises, la voz del poema no quiere llegar a su destino final.

Cada percepción arrastra una sombra contraria porque todo se encuentra en proceso de transformación y lo monstruoso convive con lo bello. El caos alienta la negación de lo conocido, impulso que ha movido las catástrofes sociales del siglo XX. En el poema «Fuego», de Tierra / Agua / Fuego, reconocemos el terror que despiertan las multitudes arrastradas por la voz potente de los altoparlantes que repiten consignas:

Todo lo violable es perecedero
y cuanto más se acerca a las esencias
más se diluye
ante toda formulación: ¿qué es la verdad
por la que las muchedumbres escupen fuego
en los vientres de los príncipes? (19)

Este poema recupera el impacto de las fuerzas que amarraron a los individuos para seguir los pasos ciegos de la Historia. El tema de este libro se inspira en la ciudad y precede a Orbe Terrestre, que revierte a los primeros mapas del siglo XVI que anunciaban la creación de nuevos imperios. Las ciudades representan las huellas que dejaron los imperios y en ellas el insumiso no encuentra descanso.

Todo el volumen se alimenta de reflexiones y preguntas esenciales para comprender las tensiones vividas en los últimos siglos entre el individuo y la Historia, pero al mismo tiempo nos recuerda que el papel de la poesía sigue siendo el mismo que designaron los antiguos. La Historia corresponde a una noche larga que se mueve al paso del terror y solamente la perfección del cosmos nos permite defendernos: «Oh atroz resplandeciente visión! / ¿qué más brillante, Sirio, que tu superficie / rodeada de anillos magníficos / que reflejan la luz en mil variados colores? / ¡qué insignificante el inútil grito de los hombres / frente a tu esplendor!» (143). Es notable que en un poemario se haya ahondado con tanta perspicacia en el asombro de vivir y sentir lo que apenas entendemos.

Mercedes Cortázar, Orbes (1959-2016). Ed. Jesús J. Barquet. Las Cruces, NM: Ediciones La Mirada, 2017. 168 pp. Ilustraciones interiores y de cubierta: Andrée Conrad. ISBN: 9780991132553.

Disponible en Amazon.

Leave a comment

Trending